Siempre he pensado que Nico Massú solo fue un jugador “cumplidor” de Copa Davis para haber sido Top 10 y doble medallista de oro olímpico. Si bien concretó excelentes victorias como contra el “Topo” Hrbaty, Stefan Koubek y Jürgen Melzer en individuales -y algunos triunfos memorables en dobles-, de visitante nunca logró ganar un partido para el recuerdo. Además, sufrió algunas derrotas inesperadas contra rivales inferiores, tanto en casa como afuera.
Me adelanto a lo que pasó este sábado por la mañana, cuando nos enteramos que Massú decidía poner a Tomas Barrios en lugar de Nicolás Jarry en el dobles contra Austria.
“Está loco Massú. Jarry no se debería cansar con jugar un singles y dobles el mismo día. Innecesario“, pensé.
Poner a Jarry era la movida “lógica”: sacarle el jugo a tu mejor jugador, llevarte el triunfo histórico como visitante en Europa y, en caso de fallar con la estrategia, hasta podías culpar al formato nuevo de la Davis y hacer la gran Poncio Pilatos.
Pero nada de eso. Massú se jugó todas las fichas por una recuperación inmediata de Christian Garin. Sí, el mismo Garin que mostró un nivel de 300 o 400 del mundo el viernes ante Dennis Novak. Parecía algo inexplicable y hasta irracional.
Horacio de la Peña -alguien con el que muchas veces no coincido- dijo algo muy cierto este sábado en Radio Agricultura. “Nicolás es el que sabe lo que está pasando en el equipo. El es el que habla con los jugadores y nosotros no”. Simple, pero cierto.
A veces la labor del capitán de la Davis parece simple, en especial cuando hay que ganarle a Paraguay, Perú o México de local. Pero lo de hoy no era fácil. Confiar en pasarle toda la responsabilidad a Garin en el último punto no solo fue una decisión arriesgada, sino que también una que involucró un trabajo sicológico importante por parte del capitán. Así es como se gana las lucas (que muchas veces no le pagan).
Seis horas después, Massú se graduaba de genio. Claro, si bien Garin fue la gran noticia del día (pronto le dedicaremos unas palabras a su gigante actuación del punto final), lo que hizo Massú no fue coincidencia. Alguna pieza importante movió en la cabeza de “Gago” durante la noche del viernes, permitiendo que el impostor que salió a la cancha a jugar contra Novak quedara bien lejos de Salzburgo.
La verdad es que si todo hubiese sido más “fome” si Massú ponía a Jarry y ganábamos en cuatro partidos. Hablaríamos de la “Nico (Jarry) dependencia”, de que Garin “se salvó” y que en dobles no tenemos opciones con Julio Peralta lesionado. Ahora hablamos de un Jarry con carácter, de un Barrios que aparece como una carta real en puntos importantes y de un Garin que tiene el temple para jugar su mejor tenis en las situaciones más difíciles.
Y todo gracias a Massú. El sicólogo Massú. El estratega Massú. El eufórico Massú.
Ahora sin la raqueta, creo que Massú es más copero que nunca. Sí, aún mejor como capitán que como jugador en la Davis.
Perdón por dudar, Nico. Debí pensar más.
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