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Facundo Lugones, coach de Norrie: "Una regla que cambiaría sería que no haya más lets"



Matías Alarcón - Séptimo Game en Barcelona


Uno de los entrenadores más exitosos de los últimos años es el argentino Facundo Lugones. Nacido en Adrogué, en 1992, con 30 años es uno de los coaches más jóvenes del circuito, y ya lleva seis años trabajando junto al británico Cameron Norrie, a quien conoce desde sus años universitarios en Texas. En entrevista con Séptimo Game, el trasandino da luces de cómo ha sido su carrera como coach, que ha ido creciendo en paralelo con la de su pupilo, y producto del gran trabajo realizado, fue reconocido por sus pares como el mejor entrenador ATP de 2021, como también de la inclusión del chileno Guillermo Núñez al staff del nacido en Sudáfrica.


Ya llevas un largo tiempo con Cameron, pero antes de eso, ¿Cómo fue la decisión para convertirse en entrenador?


Estaba en TCU (Texas Christian University), terminando mis estudios, y ya no podía jugar más para el equipo, porque solo podía hacerlo por cuatro temporadas. Y como todavía tenía la beca, los entrenadores me dijeron ‘mira, como todavía estás becado, necesitamos que ayudes de alguna manera a la universidad’. Podía ayudar en la parte de marketing, administración o lo que sea, o bien a los entrenadores. Y bueno, el primer año me encantó, porque ahí estaba Norrie y Guillermo Núñez en el equipo, y me gustó mucho. Después me gradué, estuve trabajando un año más ahí, y en un club también, y luego me lancé con Cameron. Pero los primeros dos años fueron en la universidad, y aprendí mucho de los entrenadores de allí.


Cuando partiste, ¿Pensaste en ser coach más adelante en el futuro o solo era como ayudante?


No, no, solo como ayudante, y me gustaba, lo disfrutaba. Me gustaba aprender, pero nunca pensé que era lo que iba a hacer. Se fue dando solo, no era algo que tenía como objetivo.


Al momento de ver jugar por primera vez a Cameron. ¿En algún momento se te pasó por la cabeza que sería un top ten?


Sí era un jugador distinto, tenía pasta para ser muy bueno, pero de ahí a decir un número es muy difícil. No creo que alguien haya dicho ‘este flaco va a ser número ocho del mundo’. Pero sí le veía un talento impresionante, para creérsela y mejorar. Pero después es difícil saber si va a aguantar el proceso que lleva ir hasta lo más alto. Una vez que lo vas conociendo más, ahí sí dices: ‘este pibe sí tenía todo para ser bueno’.


¿Qué es lo distinto que le viste a Cameron?


Lo que se la cree, lo que le gusta competir y lo que le gusta sufrir. La cantidad de sufrimiento que puede aguantar en una cancha de tenis o en un entrenamiento, y cómo lo disfruta, a su manera, es otro nivel.


Se le ve muy relajado en la cancha. No se queja nunca, si pierde un break point, sigue el siguiente punto. Quizás por dentro, tiene un infierno, pero por fuera no es tan así.


Esas son cosas que ha ido trabajando mucho. Él era de mostrar mucho más, pero ahora trata de estar más calmado en el partido y de encontrar un nivel de energía que lo mantenga alerta, pero que tampoco se pase de rosca. Y sí, es alguien que está cómodo enfrentando situaciones de presión, y le gusta estar ahí. Por eso obtiene diferencia contra otros jugadores.


Campeón de Indian Wells, semifinalista de Wimbledon, Top Ten… ¿Qué le falta a Norrie para dar el siguiente paso?


Vamos a tener que tratar de recrear esas semanas como las de Wimbledon, Indian Wells o Cincinnati, que no solo son semanas en las que compitió bien, sino que también en las que jugó a un nivel muy alto por varios días. Y bueno, poder llegar a esos torneos con esa mentalidad, con ese tenis, y tratar de reproducirlo en los eventos más grandes.


Más allá de los aspectos dentro de la cancha, ¿Qué crees que es lo que lleva a un jugador a ser Top Ten?


Tienes que estar muy ordenado dentro y fuera de la cancha, en todos los detalles. No puede haber otra cosa más allá del tenis. Tienes que dedicar un 120% al tenis y tener todo muy bien planificado y armado. Nadie llega al Top Ten de casualidad. Físicamente, tienes que estar bien cuidado, sano para poder jugar todo el año, jugar los torneos grandes de la mejor manera, y tratar de llegar a tu mejor nivel en esos torneos. Eso no es fácil.


Esto es de lunes a lunes…


Y los días en los que no tienes ganas, bancártela y en los torneos en los que no estás jugando bien, ganar partidos como puedas, para darte la chance de jugar mejor más adelante. Y bueno, son un montón de cosas, no hay algo puntual que te haga llegar al Top Ten.


Para ser un entrenador, eres muy joven. ¿Sientes que te beneficia en cuanto a la relación con Cameron, el hecho de ser de la misma edad, en vez de ser alguien de 50 años que trabaja con alguien más chico?


Creo que sí. Es un plus, porque lo conozco mucho, y puedo conectar con las cosas que le pasan, como se siente, y entenderlas mejor que alguien que tenga mucho más conocimiento de tenis que yo, y mucha más experiencia, pero quizás con la edad, tenga 55 años y no pueda entender a alguien de 25 de la misma manera. A Cameron le funciona bien, pero a otro jugador tal vez no, puede que necesite a un jugador con mucha más experiencia, que haya algo más de distancia. Cameron es muy personal y estas cosas le sirven. Por eso trajimos a Guille (Núñez), porque a él le hace bien mantenerse con una vida normal dentro del tenis.


¿Cómo se gestó la llegada de Guille Núñez al equipo? ¿Fue idea tuya, de Cameron, o de los dos?


Fue un poco de los dos. Cameron también quiere ayudarlo a Guille a meterse en el mundo del tenis, quiere ser entrenador, sabe lo que le puede aportar, y sabe que le hace bien estar con él, porque son mejores amigos. Se divierten y también pueden entrenar. Entonces, ahora que Cameron tiene un poco mas de presupuesto, dijo: ‘¿Por qué no traemos a Guille para que te dé una mano, y que aprenda él?’ Quizás en el futuro él haga más semanas, o vemos cómo va este año. Va a ser un poco de eso. Guille tiene tres cosas en una: Un entrenador, un amigo, y alguien que me puede dar una mano.


También es un amigo que sabe de tenis…


Por eso. No hay que conocerlo desde cero, ya lo conocemos desde hace mil años, entonces creo que sirve por todos lados, y Cameron quiere darle una mano a su amigo y meterlo en el mundo del tenis.


La decisión de irse a la arcilla este año en febrero, a pesar de que Cameron es un jugador de canchas rápidas, pero que se puede adaptar a las demás superficies. ¿Cómo se fue dando?


Íbamos a ir a jugar en cemento, pero como salió lo de Copa Davis en Colombia, le dije, si toca esa serie en polvo de ladrillo, mejor nos quedamos en Sudamérica, para seguir mejorando. Él quiere que le vaya bien en Roland Garros, y es uno de sus objetivos. Además, ya ha tenido resultados en polvo, finales, ha ganado torneos. No es que fuera una apuesta loca. Dijimos que íbamos a invertir un poco más en arcilla para cuando llegue la gira europea estar más adaptado. Salió bien, aunque mucha gente pensaba que estábamos locos por ir allí. Varios entrenadores se reían, pero al final fue el que más puntos sacó.


En canchas muy lentas, además. Río es una cancha muy pesada…


Sí, pero la pelota corría, no hay que creer mucho en eso. En Buenos Aires, de día, la bola también iba. No era tan lento como parece.


No hay ningún secreto que el juego de Cameron es incómodo para cualquier jugador. ¿Qué aspecto están trabajando para hacer de él alguien aún más incómodo?


Siempre trabajamos mucho en lo que le da resultados, aunque vamos agregando cosas. En estos torneos de arcilla hemos trabajado mucho el slice, los drop shots, cómo mantenerlos, jugar con un slice un poco más bajo, el juego de red… Que tenga un poco de variedad, ya de por sí su juego es muy variado, pero que tenga algunas armas más, para que se sienta más cómodo en otras zonas. Vamos añadiendo cosas de a poco, pero siempre trabajando mucho en lo que él hace bien.


¿Cómo vivieron esas semanas en Wimbledon el año pasado, donde Cameron estaba en casa y tenía todas las miradas en él, después de tanto tiempo con el enfoque en Andy Murray?


La manejó muy bien. Estaba muy tranquilo, y siguió con la misma rutina de todos los días. Iba en bici al club, jugábamos al ludo. Por eso le fue muy bien, porque supo manejar estas situaciones. Estaba muy calmado, y preparado para tener un resultado así y no dejarse llevar por momentos como cuando pasó a Octavos, a Cuartos y no quedarse con eso. Seguir enfocado, seguir con hambre de más, hasta que lo paró Djokovic. Eso fue muy positivo, que no se haya dejado llevar por un buen resultado e ir en busca de otro. Y creo que era porque estaba pensando en grande, y no en solo una segunda semana.



¿Cómo describirías el mundo del tenis, el ambiente? No es un mundo tan conocido, pero es muy duro.


Es duro porque es muy solitario. Cada vez hay más torneos, lo que hace que cada vez haya menos descansos. Pero dentro de todo es un mundo bastante ameno. Hay mucha buena onda entre los jugadores y entrenadores, no es un mundo en el que haya mala leche. Hay competencia y todo, pero entre los niveles de competencia y estrés, la gente es bastante educada, con mucha armonía entre nosotros. Es muy sacrificado, para tener una vida paralela, es difícil.


Hay mucha gente, entrenadores y todo, que, en distintos casos, que buscan cambiar distintas cosas del tenis. Primero fue el coaching, luego que los sets fueran más cortos, o que los Grand Slams sean a tres sets. ¿Le cambiarías algo al tenis?


Lo que dijo Tiafoe, de que la gente entre en medio de los puntos estaría bueno, pero lo lindo del tenis es el silencio, la paz cuando empieza el punto. Quizás una regla que cambiaría sería que no haya más lets. Que si pega en la red tras el saque se siga jugando tras el punto, como cualquier tiro en el tenis. Por ejemplo, si le pegas a la red tras el saque y entra, y le queda al otro regalada, es un mal saque.


¿Cambiarías los cinco sets?


Ni loco. Jugar al mejor de cinco es lo mejor que hay. Es más, me gustaría que las finales de Masters 1000 sean a cinco, como antes. Estaría muy bueno, porque a veces en un partido a tres sets es muy rápido y puede pasar cualquier cosa. Al mejor de cinco se ve quién es el mejor jugador, el mejor preparado y mentalmente el que más aguanta.


¿Es la única que cambiarías?


Ah, y también el medical timeout. Si empezó el partido y pasa algo, mala suerte. Si no estás preparado físicamente, y te acalambras o te duele algo, dejas pasar los puntos. Que nadie te pueda ayudar. Una de las cosas que se discuten con el coaching, es para que nadie te ayude. Lo mismo con los médicos. Una vez que empezó el partido, ya está.


¿Estás a favor del coaching? – Porque no eres de esos entrenadores que habla mucho…


No tanto. Me gusta eso del uno a uno, y una vez que empezó el partido, ya está, es jugador contra jugador, y nadie más puede hacer nada. Antes, cuando estábamos en college, coacheábamos mucho, y en los Challenger también coacheaba a Cameron a morir (risas). No voy a mentir con eso, pero ahora siento que eso del uno a uno es importante.


Igual, ustedes tienen que hacer esos gestos…


Si hay coaching, que sea real, que estés en el banco y se pueda hablar. No que sea de lejos, porque ahí no se puede comunicar nada. Puedes decir alguna cosita, pero el jugador pasa caminando y no haces nada. Si se va a hacer coaching, que sea como en otros deportes.


Foto: Matías Alarcón / Séptimo Game

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